Prensa

BAD BANK: una alternativa para gestionar portafolio improductivo

Reynaldo Espinosa – Presidente Ejecutivo de Concordia Investments – octubre de 2019

 BAD BANK: UNA ALTERNATIVA PARA GESTIONAR PORTAFOLIO IMPRODUCTIVO

No es una novedad que la cartera vencida del sistema financiero colombiano ha venido con una tendencia creciente durante los últimos años. Al mes de Julio del 2019, la cartera vencida comercial del sistema financiero alcanzó a COP 11,841 millones. Respecto del mes de enero del 2016, la cartera vencida del sistema ha crecido en un 128%, representando un 4,7% del total de cartera comercial del sistema financiero a la fecha de análisis. La cartera deteriorada comercial (esto es cartera en las categorías más duras de calificación C, D y E) alcanzó un nivel de COP 15,190 millones a Julio del 2019.

Administrar una cartera de vencida de esta envergadura, representa ciertamente muchos desafíos para las instituciones financieras. Las unidades de normalización de activos – normalmente pequeñas –  deben acomodarse para hacer frente a una mayor cantidad de casos en tiempos de crisis, las provisiones o pérdidas de cartera se elevan afectando la línea de resultados de los bancos y los inversionistas eventualmente comienzan a inquietarse elevando las tasas de retorno exigidas a sus inversiones.

Lamentablemente la formación de cartera vencida suele darse bastante rápidamente en tiempos de crisis, aunque su recuperación puede tardar muchos años.

El concepto del Bad Bank (banco malo) nace como una alternativa para separar la cartera pesada de la cartera sana de los bancos. Se crea un vehículo diferente al banco y se definen estructuras de gobierno y administración independientes. Muchas veces, el capital y el fondeo de este nuevo vehículo proviene del mismo banco, o alternativamente se incorporan nuevos inversionistas controladores que se hacen responsables de la administración del portafolio improductivo.

El concepto de Bad Bank se ha ido afinando con los años y lo que hacen las instituciones financieras es dividir sus activos en dos categorías principales. Todos los préstamos de alto riesgo, así como los activos improductivos (incluyendo bienes recuperados), son movidos a la categoría de Bad Bank. También entran en esta categoría los activos de los que el banco quiere salir por cuestiones estratégicas y de mitigación de riesgo. Con esto, quedan en la categoría de Good Bank (banco bueno) los activos que el banco considera que representan su ‘core business’.

Los objetivos detrás de la creación del banco malo se pueden resumir en tres pilares:

  1. La limpieza de los balances del banco para recuperar la confianza de inversionistas.
  2. La protección de rentabilidades (P&L).
  3. La asignación de responsabilidades de gestión para el banco bueno y para el banco malo.

De esta manera, el banco logra que sus activos productivos no sean contaminados por los malos, pues mientras permanezcan mezclados en un mismo vehículo, inversionistas y contrapartes no pueden cerciorarse del estado y desempeño financiero del banco, lo que perjudica su capacidad para prestar, pedir, y levantar capital. El concepto de banco malo ha sido exitoso en tiempos pasados y está volviendo a coger fuerza como una solución para los bancos que buscan refugiarse de una crisis financiera.

Sin embargo, ponerlo en práctica tiene sus complicaciones: organizacionales, estructurales, y de compensación financiera. El efecto que tienen estas decisiones sobre la liquidez, los balances y la rentabilidad son de difícil predicción, especialmente en situaciones coyunturales complejas.

Por estas razones, las instituciones financieras han desarrollado estrategias específicas en cuanto al banco malo para administrar sus activos complicados y los recursos financieros que tienen disponibles. Algunos de los bancos que han desarrollado esta estrategia, han ejecutado el modelo de banco malo, mientras que otros se encuentran atascados por cuenta del amplio rango de posibilidades que implica el uso de una estructura de este tipo. Un análisis realizado por MacKinsey & Co de estos bancos malos puestos en marcha en situaciones de crisis, demuestra que hay cinco series de decisiones que los bancos deben tomar: i) estructura, ii) activos a ser transferidos, iii) el caso de negocio, iv) la estrategia de portafolio y v) el modelo de operación. Cada una de estas decisiones debe ser tomada teniendo en cuenta el impacto en financiamiento, uso de capital, costo de operación, factibilidad legal y operativa, rentabilidad y tiempos.

Además de la importancia de estas decisiones, hay factores externos que también tienen relevancia en el asunto. Uno de estos es el apoyo del gobierno en asuntos regulatorios, contables y tributarios (y en algunos casos financiamiento de respaldo). El caso de cada país es distinto, pero en términos generales, los gobiernos deben cooperar para que fluya la creación de estos Bad Banks y definir el apoyo que puede suministrar el Estado sobre los activos improductivos. En el contexto de crisis, algunos gobiernos han considerado un banco malo nacional que pueda acoger todos los activos improductivos de todos los bancos. En todo caso, el apoyo del gobierno es clave para asegurar la estabilidad del sistema financiero.

La separación de los activos financieros entre buenos y malos, le permite al banco la reducción del nivel de riesgo y del nivel de deuda como primeros pasos hacia la creación de un modelo de negocio secundario. Una gestión más eficiente y enfocada, con incentivos y objetivos claros para la reducción de portafolio improductivo, puede maximizar el valor de recupero para los activos improductivos. Esta separación entre los buenos y malos contribuye a la recuperación de confianza de inversionistas.